miércoles, 20 de febrero de 2013

Recomendaciones para estimular el lenguaje.

Recomendaciones para lopadres:

1. Controlar el estado del aparato respiratorio del niño para prevenir posibles resfriados, ronqueras, otitis. 

- A partir de los 2 años no se les debe dar chupete o biberón, ya que su uso prolongado produce deformación en la boca, en los dientes y el paladar, pudiendo impedir una buena respiración y pronunciación. 

- A los 4 años ya debe de llevar una alimentación totalmente normalizada. Para ello, a partir del año se le deben ir introduciendo los alimentos sólidos y aquellos que el pediatra nos va indicando según la edad. 

2. Hablarles lenta, claramente, con entonación y gesticulación adecuada, y de forma correcta. 

- Hablarle de frente, con palabras sencillas y haciéndonos que nos mire. Hablarle de todo, pero sobre todo de los asuntos que a él o ella le interese. 

- Ten paciencia si se equivoca o no lo dice correctamente, está aprendiendo. Sigue las orientaciones que aparecen en otro artículo del blog para favorecer la comunicación. 

3. Jugar frente a un espejo realizando diversos ejercicios que favorecen la habilidad motora de los órganos articulatorios, como son los labios y la lengua: 

- Sonreír sin enseñar los dientes. 

- Mandar besitos. 

- Mover los labios hacia la derecha y hacia la izquierda. 

- Apretar y aflojar los labios sin abrir la boca. 

- Morder el labio de arriba con el de abajo y al revés. 

- Sacar la lengua lo máximo posible. 

- Sacar la lengua y llevarla hacia la nariz y luego hacia la barbilla. 

- Mover la lengua de un lado a otro. 

- Tocar con la punta de la lengua los dientes. 

- Recorrer los labios y los dientes con la punta de la lengua. 

- Zumbar los labios, imitando el sonido del avión. 

- Vibrar los labios e intentar vibrar la lengua imitando el sonido de la moto. 

En general, se trata de realizar todos aquellos ejercicios que le ayuden a darle suficiente movilidad, fuerza y control a sus órganos buco faciales y a acercarnos a las posiciones correctas para articular diferentes fonemas, todo como si fuesen juegos. Si pronunciamos palabras y nos fijamos en que posición exacta ponemos la lengua, lo comprobaremos. 

4. Favorecer el enriquecimiento de vocabulario y potenciar la expresión oral: El dominio del lenguaje hablado es necesario para acceder al simbolismo del lenguaje escrito, por ello el aumento de vocabulario, el empleo correcto de los términos o palabras, una adecuada fluidez verbal y la elaboración de frases de forma correcta, son básicos. Para ello, podemos pedirles que nos definan conceptos de objetos concretos, pero que no limiten la definición a su uso. Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor: Si les pedimos que nos digan qué es un tenedor, lo incorrecto sería decir que es para comer. Lo correcto sería decir que es un cubierto que usamos en la mesa cuando vamos a comer. 

Otras técnicas para favorecer la expresión oral son: 

- Hacer ejercicios de utilización de opuestos: blanco/negro, frío/caliente… 

- Hacer ejercicios de analogías del tipo: “yo soy un niño, mi hermana es una niña” “Por la mañana sale el sol, por la noche sale la luna”, “con las tijeras recortamos, con el lápiz dibujamos…” 

- Jugar a buscar palabras que empiecen por la misma letra, “coche, caballo, cuchara, cuna, camisa…” 

5. Hay niños/as que tardan en comprender la utilidad de usar algunas palabras fundamentalmente nexos, preposiciones, etc. Por eso, no debemos dejar que no lo usen. Por ejemplo, lo correcto es decir “mi hermana se va a comer un dulce”, no “mi hermana va a comer dulce”. 

6. Leerles cuentos y explicárselos. Luego le preguntaremos: “quien…” “qué hacía…” “donde….”etc. y al final pedirle que haga un relato, que nos lo cuente él/ella todo seguido. 

7. Cuidado con el tono de voz del niño/a. Acostúmbralo a usar un tono de voz con una intensidad normal, evita los gritos, intenta que os habléis cara a cara, pues él o ella hablará según el modelo que se le presente. No debemos permitir que abuse o haga mal uso de su aparato fonador hablando a gritos. Así evitaremos disfonías infantiles (los niños se quedan afónicos/as), que a estas edades suelen aparecer. 


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